martes, 19 de enero de 2010

El por qué del viajar


Dice Martín Caparrós en su libro El Interior:

"Y aún así: viajo porque es una de las pocas formas que conozco de hacer durar el tiempo. De marcar el tiempo. De cambiar la forma del tiempo. El tiemop del viaje es totalmente distinto del tiempo cotidiano. El primer día de un viaje suele ser infinito. Una semana normal en Buenos Aires no deja marcas: allí el tiempo, sin marcas, con las mismas acciones repetidas, se achica, se comprime. En cambio una semana en Colombia o en Rusia o en la Mesopotamia están plagadas de situaciones que la marcan: el tiempo se estira, se subdivide infinitamente -como el cuento de Aquiles y la tortuga. De ahí la decepción cuando vuelvo de un viaje y hablo con un amigo y le pregunto y, qué pasó, qué novedades. Y, en general, mi amigo me mira, dice nada. Yo insisto, hasta que entonces él me dice pero si no pasaron ni diez días, qué querés que pase.
Pero además: cada viaje es como una puntuación del tiempo general. Si no voy a ningún lado, los meses simplemente pasan. En cambio, cada vez que me voy, la monotonía agresiva del tiempo se interrumpe. Es como un bache en el camino; después el asfalto se alisa, pero el sobresalto ya ha impedido esa estúpida velocidad de crucero en que todo pasa sin que nadie lo perciba".
Básicamente por eso, y por otras cosas más, es porque viajo, cuando puedo.