jueves, 25 de octubre de 2007

El regreso de Soda - Imágenes retro

Y un día volvió Soda Stereo.
(Fotos: Damián Benetucci y Germán Sáez)

Hay que decir un par de cosas.

Sin duda el retorno estuvo rodeado de un halo netamente comercial en línea con los tiempos que corren y con la expectativa que estaba esparcida por el aire.

Si el rock ya desde sus inicios fue una voraz maquinaria industrial de producir dinero, hoy, en tiempos de Internet, celular y masividad extrema lo es más aún. Y un grupo que usó magníficamente esos engranajes, solventado por una base artística indiscutida, no podía estar afuera de esto. Aunque quisera evitarlo. Fue así que los más críticos no ahorraron dardos para teñir con el signo pesos el regreso minimizando lo que podían escuchar en los conciertos.

Los fanáticos, mientras tanto, ajenos a esas palabras, esperaron con avidez y super ilusión retro el momento en que el trío argento más mentado de América latina estuviera junto de nuevo arriba de un escenario.

El retorno no por comercial fue poco espectacular. Más de 70 mil almas que presenciaron el show del 19 de octubre celebraron el efímero retorno: una burbuja en el tiempo, como dijo Cerati.

El lugar fue el mismo que tiempo atrás. La cancha de River. Parecía raro que allí mismo, hace 10 años todo se hubiera puesto en "stand by" con un "Gracias totales". Pero cual ansiada criogenización todo volvió al a vida, y cobró mucha más potencia.

Viejos adolescentes ya pelados y chicos que no conocían los casetes. Todo en el mismo césped a los saltos cuando la potencia de la banda invitaba a recorrer los hits pero también desafiaba a acoplarse a canciones "lado b" pocas veces tocadas en público o poco divulgadas por las radios. La mixtura de sonidos pintó un paisaje musical abarcativo. Del pop de las primeras épocas al rock y distorisión de más acá.

El show fue impresionante. Con una puesta en escena increíble, ideada por Martin Phillips, el que mismo que trabajó para los Daft Punk.

Para los que tenemos más de treinta fue un remolino de emociones, un tirón abrupto a la adolescencia, una teletransportación a la épocas iniciáticas y más explosivas de vivir la música. Y visto en perspectiva, y saliéndose de el encantamiento que producen estos acontecimientos, no cabe duda que el tiempo les cayó bien a los tres. Musicalmente han crecido. La banda creció más allá de lo que imaginaban y querían sus integrantes y eso había que honrarlo en el escenario y con los instrumentos. Así fue.

Inútil es volver a decir que Soda es una bandita de de pop ligero. Mientras grandes iconos del rock vernáculo están en franca decadencia o bien apartados de los grandes públicos, Cerati viene en un in crescendo indiscutido. Y cada vez sabe hacer mejores canciones y sabe manejar la guitarra. Alberti y Bosio acompañaron con gallardía y tezón.

Inútil es volver con las viejas antogonías de "Redondos-viejita-es-un sentimiento" con los "livianos-frivolos-poperitos" de Soda. Esa discusiones están harto obsoletas. Es de cuando éramos más chicos y pensábamos que el mundo era binario. Y no en el sentido digital.

Bien valió la pena la vuelta. Aunque las burbujas se desvanezcan demasiado rápido.



viernes, 5 de octubre de 2007

¡Qué gusto tiene la sal!

Pasó que dejé olvidado al blog. Pobrecito. Ahora lo veo y siento como que hay que pasarle el plumero. Como si estuviera en deuda.

Lo último posteado quedó allá lejos, en julio, cuando falleció el Negro Fontanarrosa. Y el relato del viaje que hice en abril al Norte de la Argentina quedó trunco.

Acá van algunas impresiones que no quisiera dejar en el olvido de esa recorrida por el NOA.

La idea es sintetizar algunos grandes momentos del viaje y empezar a darle alguna forma, algún estilo a este espacio propio. Veremos qué sale.


Desde Purmamarca contratamos a Román con su camioneta Kangoo para hacer la excursión a la Salinas Grandes.


Román nos contó que tenía 6 hijos.

Es impresionante la sensación que genera el ir avanzando por la puna y de repente empezar a ver una llanura blanca a lo lejos


Y luego internarse en un paisaje inmensamente blanco.

Es una sensación de plenitud increíble. De desconcierto. ¿Qué hace tanta sal ahí, justo ahí? Parece un oasis en el medio del desierto.

Tenés que refregarte varias veces los ojos para creer lo que estás viendo. Blanco por acá y por allá. Y atrás montañas. Pentágonos de sal que son pentágonos más vistosos e inofensivos que otros pentágonos. Se entiende...


Y se ven cosas raras. Como salidas de un cuadro de Dalí.



Lo que para unos es placer, para otros es sacrificio.