miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tres pájaros de un tiro



El 27 de noviembre arribaron a tierras argentas la brillante dupla ibérica Serrat y Sabina trayendo el show "Dos pájaros de un tiro", en el que ambos tocan canciones de ambos y cada uno las de cada uno. Y viceversa.

La presentación fue en el estadio de Rosario Central y hubo más de 25 mil personas que no dejaron de aclamar todos los temas. Tanto los de uno como los del otro.

Públicos para todos los gustos y versiones cruzadas que dio placer escuchar.

Se le extrañó demasiado al Negro Fontanarrosa, amigo del catalán y del andaluz.

Y para él estuvieron dedicadas unas palabras.

A modo de sentido homenaje, al logo de la gira, diseñado por el Negro, se le agregó un tercer pájaro en el medio, con mirada triste y la camiseta "canalla".



martes, 20 de noviembre de 2007

Les Luthiers cantaron los cuarenta bien arriba

Un lujo el recital que dio Les Luthiers ante más de 150 mil personas en el barrio de Palermo para celebrar sus 40 años de geniales actuaciones.

Hacen juegos de palabras, gags refinados, morisquetas, parodias y todo les sale bien.




Los cinco integrantes se llevaron los afectuosos y efusivos aplausos.


Pero Mastropiero los superó.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Cabeza de Puma


Aquí está el reportaje que tuve la oportunidad de realizarle a Marcelo "Tano" Loffreda, ahora ex director técnico del seleccionado de rugby de la Argentina (Los Pumas).

Salió publicado el sábado 9 de noviembre en la revista Fortuna, de Editorial Perfil.

REPORTAJE: Marcelo Loffreda


“No estoy de acuerdo con ganar a cualquier costo”




El ex entrenador de Los Pumas y ex gerente de Alpargatas cuenta cómo su experiencia deportiva retroalimentó su paso por la vida corporativa. Su relación con las autoridades de la UAR y las aptitudes que debe tener un buen líder.

Por Diego Landi
Marcelo "Tano" Loffreda no para de recibir saludos y reconocimientos a cada paso. Su popularidad creció de la mano de los buenos resultados que tuvieron sus dirigidos, Los Pumas, en el último Mundial de Francia. El tercer puesto obtenido por el seleccionado nacional de rugby es un hito histórico para ese deporte, pero también marca el broche de oro de su gestión de más de 7 años al frente del equipo. Antes de partir por dos años y medio a Inglaterra, donde dirigirá al Leicester Tigers, uno de los equipos de rugby más poderosos de Europa, este ingeniero civil, de 48 años, ex director de ventas de Alpargatas, disfruta del logro. Y hace un balance de su desempeño como entrenador y de los valores inculcados y aprendidos a lo largo de sus experiencias, tanto en el campo deportivo como en el corporativo.
Fortuna: ¿Le sorprendió la repercusión que tuvo en el país el logro de Los Pumas?
Loffreda: Sí, me sorprendió. Nosotros desde Francia teníamos una referencia. Pero lo dimensionamos cuando llegamos. Es impresionante. Lo mejor de todo es que no sólo despertó una cuestión deportiva sino que también afloraron otras sensaciones y valores, como el compromiso y la solidaridad.
Fortuna: ¿Cómo se fueron formando en usted esos valores que tanto destacaron la sociedad y los medios?
Loffreda: La formación universitaria me ayudó mucho. También lo que me habían inculcado en mi casa: el trabajo, la responsabilidad y la dedicación. A eso se sumó la mentalidad de ingeniero, que es estructurada y perseverante. Uno se pone un objetivo en la cabeza y con cierto ordenamiento va para adelante. Yo jugaba en Los Pumas, hacía giras y luego me tenía que poner a preparar materias. La tenacidad en el estudio y en los entrenamientos sumada a la formación que recibí en mi casa me dio la base de mis valores. Y esos valores luego los fui aplicando en todas las actividades que desarrollé. Por ejemplo, en la laboral.
Fortuna: ¿Cómo aplicó lo aprendido en la vida laboral en la conformación y dirección de Los Pumas y en qué ayudó a su experiencia empresaria haber practicado el rugby desde pequeño?
Loffreda: Cuando terminé la carrera, a los 23 años, empecé a trabajar en una consultora de ingeniería. Después tuve una empresa constructora. Todo lo que aprendí en los trabajos me dio un buen manejo de las personas y los grupos. Yo trabajaba mucho con la gente de la construcción: tenía que dar mensajes claros y administrar equipos. Eso me dio una gran ayuda. En simultáneo jugaba en Los Pumas y era capitán del San Isidro Club (SIC). Fue una mezcla de formación, experiencia e intuición.
Fortuna: ¿Cómo llegó a trabajar a Alpargatas, por entonces el emblema de la empresa textil argentina?
Loffreda: Al terminar mi carrera de jugador, a los 40 años, empecé a trabajar en Alpargatas como Director de Ventas para la Argentina. Paradójicamente, me llamaron de una empresa que no estaba relacionada con mi especialización en ingeniería civil y me dijeron: "Creemos que tenés las condiciones y aptitudes necesarias para poder rearmar nuestra fuerza de ventas". Yo les dije que no tenía nada que ver con la parte comercial y que no conocía el rubro. Pero de a poco fui formando un grupo que, sin duda, se fue interconectando con mi historia y vivencias en el rugby. Y, a la vez, mi faceta ligada al rugby se fue enriqueciendo con lo que aprendí en esta nueva función.
Fortuna: Usted le da mucho valor a la experiencia y a la trayectoria. ¿Durante su paso por el mundo corporativo vio que esto aplica en la elección de líderes de equipos?
Loffreda: Depende de las empresas. En mi caso se ha respetado la experiencia. Tal vez en la Argentina no se respeta. Hay veces que aparece una persona muy joven con una experiencia académica muy fuerte, con MBA y demás títulos. Pero, tal vez, no tiene el roce suficiente, la calle o la antigüedad para definir el porvenir de un grupo o empresa.
Fortuna: ¿Volvería a la vida corporativa?
Loffreda: Sí. Yo sólo tengo un contrato de dos años y medio. Creo que me va a dar una enorme experiencia y me va a abrir la cabeza. Sin duda estoy abierto a la vida corporativa para volcar lo que aprendí y aprenderé en estos años.
Fortuna: ¿Qué es el liderazgo de servicio, concepto al que hace referencia constantemente? ¿Lo implementó durante su gestión?
Loffreda: Sí, absolutamente. Significa poder trabajar para que los jugadores estén cómodos, confortables, así pueden rendir al máximo. Y para ello se requiere que todo el cuerpo técnico los asista todo el tiempo y en forma incondicional.
Fortuna: ¿Qué se logra con este tipo de liderazgo?
Loffreda: Cuando uno promueve esta actitud, el grupo la incorpora automáticamente. Los jugadores empiezan a ver que tiene que haber solidaridad y actitud servicial entre ellos. Esto tiene mucho que ver con el convencimiento que se genera en los jugadores. Cuando un líder dice algo y sus conducidos le creen, y además le tienen confianza, ellos hacen -–gracias a su influencia– las cosas por convencimiento. Por el contrario, si uno ejerce un liderazgo de poder o de imposición, los jugadores lo acatarán, pero sin estar convencidos. Esa es la gran diferencia entre un líder que trabaja desde la autoridad o desde el poder. Nosotros optamos por la primera opción.
Fortuna: Desde ese lugar de autoridad, ¿cuál es la mejor forma de establecer una comunicación adecuada con los dirigidos?
Loffreda: En el liderazgo tiene que haber normas muy estrictas que se cumplan a rajatabla. Una de ellas es que las cosas se hablen en el lugar y momento adecuado. Creí conveniente seleccionar un grupo de jugadores, que eran los más experimentados y representativos, con los cuales hablábamos sobre, por ejemplo, la estrategia ante un determinado rival. Luego nos poníamos de acuerdo. Ellos aceptaban lo planteado y eso generaba compromiso, algo muy importante en el manejo de un grupo. Para lograr esto hay que saber escuchar las propuestas de cada uno.
Fortuna: ¿Se sintió apoyado por la dirigencia de la Unión Argentina de Rugby (UAR)?
Loffreda: Nosotros tuvimos un gran inconveniente con la dirigencia el año pasado, en Italia. Planteamos cuáles eran nuestros términos y los jugadores nos apoyaron muchísimo. Allí se terminó de forjar realmente el equipo. Desde ese momento fue muy fuerte la unión y los dirigentes no tuvieron injerencia. Simplemente se limitaron a acompañar y a organizar cosas que para nosotros eran importantes para la preparación hacia el Mundial.
Fortuna: Haciendo una analogía con el fútbol, si es que se puede, ¿considera que su forma está más cerca del "menottismo" o del "bilardismo"?
Loffreda: No conozco profundamente las dos corrientes y no se me ocurre como traducirlas. Bilardo es más práctico mientras que Menotti deja más lugar a la improvisación. Yo tengo una cuestión más práctica pero no del todo bilardista. Estaría en una posición intermedia. Trato de marcar una orientación, pero permito que los jugadores puedan largarse a hacer lo que ellos crean conveniente, siempre dentro de ese plan. Y de ninguna manera estoy de acuerdo con la victoria a cualquier costo. Hay que respetar al rival, al árbitro, a los espectadores y respetarse a sí mismo. Eso para mí es algo innegociable.
Fortuna: Usted suele afirmar que en la alta competencia todo se define por los detalles. ¿Cuáles fueron los que incidieron para lograr esta buena performance?
Loffreda: Fueron muchos. La atención en las prácticas, la unión fuera de la cancha, analizar mucho los videos, ser disciplinados en los ambientes de convivencia. Básicamente estar atentos y pendientes de que todos, en todo momento, estuviesen yendo para el mismo lugar. La presencia familiar también ayudó, más que nada en la última etapa.
Fortuna: ¿Piensa que habría que profesionalizar el rugby?
Loffreda: El suceso que han tenido Los Pumas en este Mundial es algo tangible. Y esto genera una gran euforia y adhesión a este deporte que hay que aprovechar. Pienso que tiene que haber algunos jugadores de elite que deben ser guardados o profesionalizados o tratados de una manera distinta. Y eso es responsabilidad de la UAR. Habría que organizar un torneo profesional en el que haya 250 o 300 jugadores de los 30.000 que hay en mayores. No se afectaría en nada el espíritu ni las raíces del rugby amateur. Y ocurrirá que si estos profesionales tienen éxito va a haber más jugadores para formar la base del seleccionado.
Fortuna: ¿Tiene alguna autocrítica a su desempeño en el Mundial?
Loffreda: Antes del partido contra Sudáfrica el equipo de conducción hizo demasiado foco en la motivación, en la actitud, en la "locura" bien entendida. Esto tiene mucho que ver con la parte espiritual, con la fibra íntima. Pero sucede que hay un momento en el que cualquier ser humano se pasa de vueltas, se sobreexcita. Cuando esto ocurre empiezan los errores y las situaciones no buscadas. Tendríamos que haber sido más precisos y más concisos en lo que tenía que ver con el juego. Por supuesto que se planificó, se hizo estrategia, se vieron videos, pero en la última parte le dimos mucha importancia a lo motivacional. Eso, creo yo, ahora, a la distancia.

viernes, 9 de noviembre de 2007

La Guardia en alto

El domingo 4 de noviembre se presentó en el Teatro Coliseo Podestá, de La Plata, La Guardia Hereje.

A sala llena, don Alorsa, frontman lunfa y reo, supo hacer vibrar, emocionar y divertir a los presentes, secundado por las guitarras sabias y la percusión justa de los demás integrantes de la troupe.

¿Cómo describir, para quienes no la conocen, a este gran banda platense de tangos, milongas y candombes?

Primero habrá que darse una vuelta por su sitio, en el que con humor y sin falsa modestia se autodescriben.

Luego, no vendrá mal piantarse un rato para esta esquina de la web en la que se pueden escuchar en vivo y en directo, desde una vitrola virtual, algunos tanguitos que dan gusto.

Con el espíritu de las viejos tangos de antaño, pero con letras de temáticas actuales y aggionarnadas alos tiempos que corren, La Guardia Hereje, sabe plantar batalla en el escenario y dar un show entretenido, en el que prima la conexión con el público y una relación de pícara complicidad.


Para ello apela a la nostalgia del barrio y los amigotes, los códigos del fútbol y del chanta medio, las ironías sobre las problemáticas y yeites sociales imperantes y, sobre todo, la mirada sagaz del que sabe estar sentado en el bar con ojo atento y oreja afilada.

Pero a eso se le suma esa poesía terrenal, honda y quirúrgica que todo tango debe tener.

Hilando fino habrá que decir que en Alorsa, gran fileteador de la palabra, se conjuga esa cosa de cantautor popular, el tanguero sanguíneo, el pibe atorrante de barrio, el rufián melancólico y el inofensivo chantún argento de bodegón. Las canciones son cantadas desde corazón, con la pasión del barrio. Y a ellas se suman los sentidos recitados que suman climas especiales y que son perfectos prólogos de las historias contadas con fondo de guitarra.

Para muestra de la calidad del grupo hay que ver el tema dedicado a Maradona. Tal vez uno de los mejores entre tantos que se le dedicaron al 10.

Vasto es el repertorio de esta banda. Vastas, las temáticas que toca. Y diferentes los ritmos con los que se adornan los versos.
Hay canciones para todos los gustos. Por ejemplo un tema dedicado:
A Barreda.
A todos los chicos pobres y perdidos que no son Maddie.
A las dulces y generosas promesas de los políticos en la época electoral.
A una vividora.
A un turro arrepentido.
A un árbitro bombero.
A los que se quieren ir al exilio vía Ezeiza.
A la tristeza del domingo.
A los padres que tienen a las chicas en época de merecer.
A los picaditos en el calle.
Muchos etcéteras más.
Dice Alorsa que se va unos meses de viaje a recorrer nuevos escenarios. A pulmón irá con su guitarra por México, Cuba y demás países americanos.
Por acá se lo va a extrañar. Esperemos que no lo tienten las luces del centro y que, como Pichuco, siempre esté volviendo.

jueves, 25 de octubre de 2007

El regreso de Soda - Imágenes retro

Y un día volvió Soda Stereo.
(Fotos: Damián Benetucci y Germán Sáez)

Hay que decir un par de cosas.

Sin duda el retorno estuvo rodeado de un halo netamente comercial en línea con los tiempos que corren y con la expectativa que estaba esparcida por el aire.

Si el rock ya desde sus inicios fue una voraz maquinaria industrial de producir dinero, hoy, en tiempos de Internet, celular y masividad extrema lo es más aún. Y un grupo que usó magníficamente esos engranajes, solventado por una base artística indiscutida, no podía estar afuera de esto. Aunque quisera evitarlo. Fue así que los más críticos no ahorraron dardos para teñir con el signo pesos el regreso minimizando lo que podían escuchar en los conciertos.

Los fanáticos, mientras tanto, ajenos a esas palabras, esperaron con avidez y super ilusión retro el momento en que el trío argento más mentado de América latina estuviera junto de nuevo arriba de un escenario.

El retorno no por comercial fue poco espectacular. Más de 70 mil almas que presenciaron el show del 19 de octubre celebraron el efímero retorno: una burbuja en el tiempo, como dijo Cerati.

El lugar fue el mismo que tiempo atrás. La cancha de River. Parecía raro que allí mismo, hace 10 años todo se hubiera puesto en "stand by" con un "Gracias totales". Pero cual ansiada criogenización todo volvió al a vida, y cobró mucha más potencia.

Viejos adolescentes ya pelados y chicos que no conocían los casetes. Todo en el mismo césped a los saltos cuando la potencia de la banda invitaba a recorrer los hits pero también desafiaba a acoplarse a canciones "lado b" pocas veces tocadas en público o poco divulgadas por las radios. La mixtura de sonidos pintó un paisaje musical abarcativo. Del pop de las primeras épocas al rock y distorisión de más acá.

El show fue impresionante. Con una puesta en escena increíble, ideada por Martin Phillips, el que mismo que trabajó para los Daft Punk.

Para los que tenemos más de treinta fue un remolino de emociones, un tirón abrupto a la adolescencia, una teletransportación a la épocas iniciáticas y más explosivas de vivir la música. Y visto en perspectiva, y saliéndose de el encantamiento que producen estos acontecimientos, no cabe duda que el tiempo les cayó bien a los tres. Musicalmente han crecido. La banda creció más allá de lo que imaginaban y querían sus integrantes y eso había que honrarlo en el escenario y con los instrumentos. Así fue.

Inútil es volver a decir que Soda es una bandita de de pop ligero. Mientras grandes iconos del rock vernáculo están en franca decadencia o bien apartados de los grandes públicos, Cerati viene en un in crescendo indiscutido. Y cada vez sabe hacer mejores canciones y sabe manejar la guitarra. Alberti y Bosio acompañaron con gallardía y tezón.

Inútil es volver con las viejas antogonías de "Redondos-viejita-es-un sentimiento" con los "livianos-frivolos-poperitos" de Soda. Esa discusiones están harto obsoletas. Es de cuando éramos más chicos y pensábamos que el mundo era binario. Y no en el sentido digital.

Bien valió la pena la vuelta. Aunque las burbujas se desvanezcan demasiado rápido.



viernes, 5 de octubre de 2007

¡Qué gusto tiene la sal!

Pasó que dejé olvidado al blog. Pobrecito. Ahora lo veo y siento como que hay que pasarle el plumero. Como si estuviera en deuda.

Lo último posteado quedó allá lejos, en julio, cuando falleció el Negro Fontanarrosa. Y el relato del viaje que hice en abril al Norte de la Argentina quedó trunco.

Acá van algunas impresiones que no quisiera dejar en el olvido de esa recorrida por el NOA.

La idea es sintetizar algunos grandes momentos del viaje y empezar a darle alguna forma, algún estilo a este espacio propio. Veremos qué sale.


Desde Purmamarca contratamos a Román con su camioneta Kangoo para hacer la excursión a la Salinas Grandes.


Román nos contó que tenía 6 hijos.

Es impresionante la sensación que genera el ir avanzando por la puna y de repente empezar a ver una llanura blanca a lo lejos


Y luego internarse en un paisaje inmensamente blanco.

Es una sensación de plenitud increíble. De desconcierto. ¿Qué hace tanta sal ahí, justo ahí? Parece un oasis en el medio del desierto.

Tenés que refregarte varias veces los ojos para creer lo que estás viendo. Blanco por acá y por allá. Y atrás montañas. Pentágonos de sal que son pentágonos más vistosos e inofensivos que otros pentágonos. Se entiende...


Y se ven cosas raras. Como salidas de un cuadro de Dalí.



Lo que para unos es placer, para otros es sacrificio.










jueves, 19 de julio de 2007

Todos de negro por el Negro




Nada nos deja mas en soledad
que la alegria si se va
Fito Paéz – Tema de Piluso


Era la Feria del Libro de Buenos Aires – Año 2002, creo.

-Negro, un gusto conocerlo. ¿Me dibuja un Mendieta?
-¡Claro!
-¿Sabe que para el taller de radio de la facultad interpretamos uno de los cuentos suyos… ese… ¿cómo se llamaba? Ahh.. sí.. ese que se llamaba ¡Qué lastima Cattamarancio!
-Bueno, gracias pibe. ¿Así que hicieron un cuento mío en la facultad?… ¡Qué mal está la educación pública en la Argentina!

Me contestó con esa forma seria pero graciosa que tenía para hablar. Siempre con un remate que te secuestraba de improviso una sonrisa. Y así, tranquilo, dedicado, parco pero generoso, me siguió dibujando el Mendieta en la primera hoja de uno de sus libros que atesoro celosamente.

Murió el Negro Fontanarrosa. Y diré que hoy por hoy es el escritor que más admiro. Y eso que uno –un tipo cultivado ¡eh!- se ha pegado atracones con muchos literatos y de variada índole.

Con un Borges perfectito y laberítico. Con Cortazar fantástico y divagante. Con el Gabo tan mágico y tan barrialmente terrenal. Con el gracioso y futbolero Soriano. Y otros más. Varios.

Pero el negro era diferente porque era igual. Igual a cada uno nosotros.

Me explico mejor: el negro sabía tocar de memoria la partitura que se escucha de fondo en cualquier café de barrio, en una cancha de fóbal, en una charla de amigos, en una discusión callejera, en un divague gratuito en cualquier esquina, en el vínculo paternal o fraternal o matrimonial.

Y a su vez sabía tomarse el atrevimiento de llevar esas situaciones al límite, tensarlas, adornarlas con humor y mixturarlas con, según el caso, un mito de la grecia antigua, una película de extraterrestres, una de detectives de serie negra, una película de terror o espiritismo, o cualquier otra locura que le ronde por esa genial cabeza.

Hacía cócteles perfectos. Mirada crítica, lenguaje popular (o rebuscado, según la ocasión lo amerite), situaciones óptimas para teatralizar, descripción de detalles ínfimos que sumaban mucho a la creación del clima narrado. Y los remates. Siempre al ángulo.

Era mucho más que un buen dibujante. Era mucho más que un buen escritor de cuentos de fóbal, deporte que supo retratar como ninguno.

Porque se metía en la pasión del hincha. Porque sabía aplicarle la inyección del humor a casi todo, sin importarle el duro smoking que a veces tienen puestos los géneros, los próceres, las investiduras.

Parodiaba con inteligencia y delicado humor a los héroes de mármol de los libros de historia, a las “Doña Rosa” de barrio, a los pseudos galanes machistas de café, a los chantas, a los guapos tangueros, a las “mujeres modernas”.

Ahora que me pongo a pensar, un libro del Negro fue el regalo que más hice a las personas que quiero. Los compré por docenas. Era como un acto de celebración de la amistad, de compartir códigos. Compré y presté libros del Negro a no me acuerdo cuántas personas. Y eso es todo un símbolo.

Rosario no va a ser la misma sin el negro. El fútbol no va a ser el mismo sin el negro. Nos faltarán los geniales chistes de cada día y el de los domingos. Extrañaremos a Inodoro, Mendienta, la Eulogia, a Boggie. Echaremos de menos los geniales aforismos de Ernesto Esteban Etchenique.

Tal vez era hora de que se fuera sin sufrir. Tal vez su partida fue la última predicción off the record de la Hermana Rosa, que esta vez sí acertó.

Tal vez esté charlando con el Negro Olmedo en esa mesa de los Galanes que hay allá arriba y a la que me gustaría, cuando llegue el momento (¡un minuto más, juez, un minuto más!), poder visitar junto con los amigos de siempre. Asi seguimos hablando las tonterías existenciales que nos sacan carcajadas.

Chau Negro. Que la pases lindo. Este es mi pequeño homenaje que se suma a los tantos que te han hecho.

En las tribunas, en los cafés, en las ferias del libro, cada mañana que abramos el diario se te va a extrañar.

Gracias por el Mendieta, que ya mismo voy a colgar en la pared.

Diego

sábado, 7 de julio de 2007

Bajo presupuesto municipal

A la izquierda se puede apreciar la Municipalidad de Purmamarca.
Un edificio austero, sin mucha alharaca, sin mucha pompa, sin mucha ampulosidad, sin mucho derroche.
¿Habrá ñoquis?


Al la derecha se puede apreciar el Concejo Deliberante de Iruya. Humilde, sin luces de neón, ni patotas, con poca pinta de esconder gastos reservados.

¿Habrá punteros políticos?

Doña Beba

Llegamos a Purmamarca al mediodía. Si bien el trayecto entre San Salvador de Jujuy y este fascinante pueblo no es muy extenso, la travesía tuvo sus contratiempos: el micro, uno de esos que son muuuy viejos, se plantó com una mula en mitad de camino y no quiso seguir más.



El chofer le daba arranque y nada. Y otra vez, y nada. Y otra vez, y nada. Entonces levantó una tapa grande que estaba al lado de la palanca de cambio. Eso, después supe, cumplía la función de capó. Allí abajó estaba el motor y los demás adminículos mecánicos que funcionando al unísono y en armonía logran el milagro de la movilidad en todo transporte con ruedas.

La cuestión es que una vez abierta la tapa empezó a toquetear una manguerita por donde salía nafta...La tocaba y se iba a darla marcha, y nada. Así como diez veces, hasta que pidió un voluntario con mano chica para que haga fuerza en no sé donde. Una gentil señorita prestó su colaboración y, luego de seguir las indicaciones del chofer y de mancharse de combustible, se transformó en la heroína del pasaje. Un reconocimiento para esta anónima mujer que nos a simplificó la vida con su gesto.

Seguimos camino. Entramos en la ansiada Purmamarca. El micro paró. Bajamos. Y a dos metros había una hostería. No dudamos. Eso es ser vago. El hostel se llama "Mama Coca" y es digno de recomendarse. Básicamente por la hospitalidad, generosidad y buena onda de quienes atienden.

Al llegar nos recibió Doña Beba, la dueña del hostel. Todo un personaje.



Doña Beba fuma sin parar. Cada vez que la ves está con un pucho en la boca. Y además habla, y habla y habla... Le gusta contar cosas, y a los que la rodean les resulta agradable escucharla contar mientras la ven pitar y pitar. Es una optimista genética. Siempre con buena onda y un chiste por decir.

Nos cuenta que hace más de 13 años que empezó a construir el hostel. Lo hizo con un sueldo de docente, de a poquito y con paciencia. Antes vivía en San Salvador de Jujuy, pero un día decidió venirse con su compañero a instalarse en Purmamarca. Y a partir de ese momento fue testigo fiel del crecimiento que está teniendo este pueblo de un tiempo a esta parte.

Doña Beba es militante activa del matrimonio. Mientras sigue fumando le martilla a la canadiense que la escucha que el "matrimonio es lo mejor que hay", que no hay nada mejor "que poder compartir la vida con alguien", y que "hay que tener mucha paciencia". La canadiense trotamundos con novio cordobés la escucha y se ríe. Quiere creer que es cierto. Pero no está muy convencida de las ataduras y compromisos muy duraderos. Hace más de ocho meses que está dando vuelta por América del Sur y luego de su paso por Córdoba -y ver qué pasa con el chico que la enamoró a base de simpatía y fernet- tiene planeado, a fin de año, hacerse un viajecito por Asia. Con él o sin él.


Larga el humo y nos cuenta Doña Beba que fue más de 30 años maestra rural. De esas de vocación. De las que aman lidiar con las pequeñas criaturitas. De las que tienen paciencia y alegría. Y me la imagino en una escuelita en el medio de la nada, mientras se iza la bandera, con la hiperactividad que la caracteriza.


Termina el pucho y nos dice que para bañarse hay que esperar que se caliente el agua. Y se pone al lado de esa especie de caldera y le empieza a tirar leña.






Y cuando termina se prende otro cigarrillo.











lunes, 21 de mayo de 2007

United Colors of Purmamarca










El cerro de los siete colores. Por la tarde, por la mañana y en blanco y negro.

Encuentre las 7 diferencias.

Agua que nos has de beber...


Foto tomada en la Catedral de Salta.

Estética avícola - ¡Un pollo metrosexual!


Postales de Salta capital

Desde el balcón del Cabildo



Arácnidos en el cielo del cerro San Bernardo


Teleférico. Vista desde el cerro San Bernardo



Catedral y Arzobispado




Peatonal un domingo al mediodía





Plaza






Calle Balcarce - Feria de artesanos








Ser Franco




La primera vez que lo vi a Franco fue apenas bajé de la combi que nos llevó a San Antonio de los Cobres. Recuerdo que lo ví pero no lo miré. Ni a él ni a los, por lo menos, diez chicos más que se avalanzaron sobre nosotros para vendernos todo lo que tenían disponible: llamitas de lana, guantes, gorros, prendedores con forma de cardones y demás.
Si hasta tenían piedras que ofrecían gratis, con la esperanza de que el que las aceptara se vea torturado por su conciencia y, lento pero convencido, saque alguna moneda o billete como digna contraprestación a la inútil mercancía.


La consigna era esa. Recaudar. No mucha gente se acerca en abril hasta el pueblo, distante cuatro horas por ripio de Salta capital. Y una ínfima moneda sirve para hacer un puchero, pagar alguna deuda o comprarse alguna golosina como gusto excepcional.


Franco es insistente. Como todos. Porque conocen al dedillo el refrán que el burro no gana por lindo sino por insistidor. Así fue, en parte por pena y en parte por cansancio, que me doblegué ante una llamita que me ofreció una chiquita que no pasaba los 7 años. También acepté de otro unas piedras de "no se qué" a cambio de unas monedas y, además, me apropié de unas muñecas hechas de legumbres por 3 pesos cada una, que luego vi en Salta capital a más de 7.


Plusvalía, le dicen.


La cuestión que Franco no ligó nada. No por un encono personal hacia él, ni una estrategia premeditada. Simplemente por azar, por una -si se quiere- cuestión estadística. No se le puede comprar todo a todos, por mucho que uno quisiera, por mucho que uno sabe lo que lo necesitan, por muy simpáticas caripelas que posean.


Pero Franco no se desanimó y me empezó a seguir. No me acuerdo bien qué es lo que primero le pregunté, pero desde esa primera conexión me cayó bien el pibe.


Recuerdo que el contingente, luego de las transacciones obligadas (porque eran obligadas, ya sea por insistencia, por pena, por negocio, por cariño) ingresó a un comedor donde nos servirían el almuerzo. Casi vacío estaba, salvo por algunos pobladores del lugar que se estaban tomando una sopa. Los menúes eran limitados. Como atracción descollaba la carne de llama. Eso pedí.


Mientras tanto, detalle no menor y para no dejar pasar por alto, el televisor mostraba las imágenes de los chicos de Gran Hermano haciendo nada a 1500 kilómetros de distancia.


Era cuanto menos extraño -más bien una postal de la posmodernidad desconcertante- ver a algunos pobladores sorbiendo la sopa con la boca mientras los ojos estaban clavados en las nalgas de Griselda, que muy oronda se asoleaba en cerca de la piscina de la Casa. Era gracioso escuchar las especulaciones ampulosas y grandilocuentes de Jorge Rial mientras el mozo servía un guiso de cabrito a casi 4000 metros de altura, en el medio de la puna.


La cuestión es que al salir del almuerzo, Franco estaba ahí esperando. Cuando salí me preguntó si le podía dar la Fanta que uno de los comensales había dejado intacta. Se la dí y empezamos a caminar. Ya no me insistía en que le comprara nada. Esa, creo, fue su mejor estrategia de marketing para alcanzar los beneficios previsionados.




Franco vive con su abuela en una casa muy humilde. La nona está enferma hace tiempo pero es la única que lo cuida. Sus padres trabajan en Salta capital. A ellos los ve sólo una vez por año.




-¿De dondé sos? -me preguntó Franco.

- De Buenos Aires...¿conocés?

-Sí!... por mapa...





Franco tiene 11 años. Habla pausado y te escucha lo que decís. Él no tiene apuro. Me dice que le gusta vivir ahí. Franco sabe cocinar. En verdad había aprendido porque a veces la nona se enferma y se las tiene que arreglar solo. Cocinar, para él, es hacer fideos, papas fritas o algo a la plancha.





-¿Y el domingo cómo sale el partido? -me dice Franco, que es de Boca y está más informado de los detalles del superclásico que yo- Debe ser lindo ir a la cancha allá, ¿no?





Franco me empieza a hablar de fútbol. Y justo en ese momento se mete su amigo Robert.




Robert me quiere vender algo, también. Pero de metido que es, se cuelga en la conversación.



-Seguro mete un gol Orteguita -dice Robert-, le tengo fe. Anda bien.

Robert me cuenta que le gusta el fútbol y jugar a los juegos en red. Porque en San Antonio de los Cobres hay Internet, locutorio, cyberbar. Y me dice que él tiene una casilla de mail.


-¡Qué bueno! -le digo- ¡Así que tenés e-mail!
-Sí, ¿lo querés? anotalo. Cuando llegues a Buenos Aires escribime -y me empieza a dar una dirección con los puntos y las arrobas en los lugares precisos.- Escribime, porque yo me fijo, pero nunca me escribió nadie.


Franco se ríe. Y retomamos el tema del fútbol. No sé por qué les pregunté si se animaban a hacer un picadito acá nomás... patear un rato. Franco me dice que no tiene balón hace mucho, que le encanta jugar, pero el último se le pinchó y no pudo comprar otro.
Y ahí mismo sentí un puntinazo en el cuore.


No es la intención hacer de este relato una lánguida historia de vida contada como el noticiero de la tarde, con música lacrimógena de fondo. Ni siquiera hacer un homenaje a las películas "Pelota de trapo" o "El Hincha" o al tango "El sueño del pibe". No.
Cuando les pregunté, como quien no quiere la cosa, dónde vendían pelotas a ellos se le pusieron los ojos grandes como el dos de oro. Ahí mismo me agarró el nudo en la garganta.


Una bocha, un balón, una pelota. Eso sólo. Nada más. No pedían muchos más los pibes. Para hacer más llevaderas las tardes en la puna. Para ensayar el dribling de Orteguita o Palacio. Para matar el tiempo. Para divertirse.


De tanto recorrer, de tanto charlar empezó a sonar la bocina de la combi que me buscaba desesperadamente por el pueblo. Había que retornar. Le dejé unos mangos para que compraran la pelota.
Lo saludé a Franco, le prometí a Robert que le iba a mandar un e-mail y me subí de nuevo a la combi de regreso, con la esperanza que la próxima vez que vuelva a San Antonio de los Cobres me los encuentre haciendo jueguito con la esférica.

domingo, 13 de mayo de 2007

La Polvorilla

Y llegamos a La Polvorilla, el puente más alto. Vale la pena saber su historia.


Hilando fino bajo el puente, a más de 4000 metros sobre el nivel del mar.










Me llama el hambre


Plato típico de la puna. Bife de llama. Ante la mirada atenta y triste de una ídem.


San Antonio de los Cobres



Siguiendo en paralelo a las vías del Tren a las nubes, con la combi llegamos a San Antonio de los Cobres, un pueblo pequeño, casi en medio de la nada, con gente muy humilde y con una belleza simple que le era otorgada por esa misma lejanía con el resto del mundo.

No podía faltar la iglesia del pueblo. Muy bonita, por cierto. Y a esta altura del viaje uno llevó recorridas y visitadas más de 15 capillitas con lo cual, creo, se desarrolló una aguda visión crítica y cierta autoridad para opinar sobre las multifacéticas formas de los templos y templitos de piedra, adobe, cemento y ladrillos.




Un cajero en el medio de la puna.




Los 1 de agosto esta pequeña ciudad es sede de la Fiesta Nacional de la Pachamama (Tierra Madre); durante tal celebración se realiza una procesión, se cava un pozo en la tierra, pozo que simboliza la "boca" de la tierra y se efectúa el rito del chauyaco (multiplicación) arrojando al mencionado pozo la parte principal de un banquete colectivo, esto es: bocados de kikincha (un guiso en base a corderito y/o llama), locro, humita y paparunas (pequeñas patatas). También se escancia caña quemada -o sino ginebra- con ruda macho macerada en la bebida espirituosa.



Más allá del paisaje, el motivo que tiene este pueblo para ser conocido es su gente. O tal vez la gente que me tocó conocer a mí. Todos ellos saben que el turismo es una de sus principales fuentes de ingreso. Por eso cada micro o combi que arriban son esperados como maná del cielo.

Apenas se detiene un contingente, los chicos y las mujeres aguardan expectantes. Ni bien se desciende uno se siente rodeado. Llamitas en miniaturas, guantes y medias de lana, pulóveres, llaveros y hasta piedras típicas del lugar son ofrecidas a cambio de pocos pesos.

Todos quieren que les compren y a todos no se les puede comprar. Y en verdad da pena no poder hacerlo. Con insistencia pero con respeto ellos te siguen... te preguntan de dónde sos... y así, de a poquito, los mismos que al principio parecían cargosos se te van haciendo amigos.

Así fue que conocí a Franco y a Robert.

Pero estas son dos historias aparte.

Santa Rosa de Tastil



Durante la excursión que rodea las vías del Tren a las nubes pasamos por un pueblito llamado Santa Rosa de Tastil. Allí hicimos algo más que una "parada técnica" en la que se pudieron usar los sanitarios, comprar algunos dulces regionales y admirar algunas artesanías que vendían los pobladores del lugar.


Concluídos estos menesteres no dirigimos al museo del lugar en el que se albergaban los restos de una civilización que vivió allí entre los años 1300 y 1400 y que desapareció sin dejar rastros.


Luego de ver a la momia, que reposaba plácidamente con su sueño pesado, nos dispusimos a subir el cerro en el que estaban las ruinas.






Desde allí, decían, los indios divisaban todos los alrededores y controloban que no los invadiera alguna otra tribu beligerante de la zona.


Ya en la cima se pudieron ver los núcleos habitacionales como viviendas , enterratorios, recintos diversos y calles, en medio de una topografía con muchos accidentes.
A los investigadores que desde principio de siglo vienen estudiando estas ruinas les causó extrañeza varias cosas. Una de ellas es que aún hoy se puede encontrar gran cantidad de material que perteneció a esa civilización, a pesar de tantos años transcurridos. Se hallaron restos de cerámica, puntas de proyectil y obsidiana (material con las que se hacían las mismas), etc.

Las investigaciones concluyeron que, los habitantes de Tastil fueron excelentes teleros, criaban camélidos, fabricaban objetos de piedra y de cerámica rústica. Comerciaban con los pueblos andinos y cultivaban a los pies de las montañas.


También se encontraron petroglifos. Se los puede ver en varios lugares del cerro. Son piedras de considerable tamaño cubiertas de figuras geométricas, antropo y zoomorfas grabadas sobre las mimas. ("petro": piedra; "glifo": grabado).


Algunos mensajes aún hoy no han sido descifrados, como las recetas de algunos médicos.

sábado, 12 de mayo de 2007

Tren a las nubes

Finalmente llegamos a Salta capital de noche. Era viernes, así que nos dimos una vuelta por una peña de Balcarce, la calle en la que se concentra toda la movida nocturna de bares y entretenimiento. Fuimos a la Vieja Estación y después a tomar unos tragos a un pub con amigos.

Al otro día, bien tempranito, a las siete en punto de la mañana pasó a buscarnos la combi para realizar la excusión del Tren a las Nubes. Iríamos por la ruta en parelelo a las vías del tren.

Un viaje alucinante. Altamente recomendable. De ida son más de 4 horas de recorrido por una ruta de ripio, que luego se hace de pavimento y luego de ripio otra vez. Hay para todo los gustos: puna, cornisa, ruinas, estaciones de tren, casitas de adobe con sus corrales de piedra y/o guano, pueblos perdidos y alejados de todo.

En este foto se puede ver el puente más largo de todo el trayecto del tren.
Colores para todos los gustos.