Era una de las excursiones más deseadas. Entre tanto despliegue físico subiendo y bajando montañitas; y tantas idas a los museos viendo urnas funerarias, puntas de flechas y alfarería; y tanta visita a ruinas, ya estábamos arruinados.
Por eso el paseo por las bodegas de Cafayate fue un bálsamo salvador, un recreo merecido para el disfrute.
Fuimos a Bodegas Etchart y vimos el lugar en el que se embotella el vino.
Vimos las barricas de roble y las de acero inoxidable.
Y vimos las fincas.
También estuvimos en Bodega Domingo Hermanos y en La Banda.
Una mañana memorable.. Hic!!!
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