Por la mañana habíamos hecho el raid en las bodegas. Al mediodía nos dispusimos a almorzar en el Mercado Municipal de Cafayate. Este par de actividades alimentarias consecutivas nos habían provocado la consabida fiaca y modorra como para emprender alguna otra excursión. Pero el equipo, que no se doblegó en ningún momento, le puso el pecho a las circunstancias y no tuvo mejor idea que ascender el cerro Santa Teresita. Allí arriba se encontraba un mirador que, según comentarios, brindaba una hermosa vista de la ciudad de Cafayate y los Valles Calchaquíes que la circundan.
Ahí fuimos.
Tomamos una de las calles que pasaban por la plaza central y la seguimos hasta que se hizo de tierra. Y mucho más allá también.
Encontramos en el medio del trayecto una canchita de fútbol totalmente pelada de pasto, con dos arcos y como tribunas solamente los cerros que estaban alrededor. Allí, nuestra mascota Omaguaca quiso sacarse una foto, que luego denominamos "Colgado del travesaño".
Seguimos viaje. Casi al pie de del mirador nos topamos con un cartel que decía que "el lugar se reservaba el derecho de admición (sic)" e instaba al transeunte que se hubiera acercado en algún medio de locomoción a dejar una colaboración.
Valió la pena padecer la subida, sentir que el almuerzo subía y bajaba por el estómago. Porque el paisaje que se divisaba desde la cima era impresionante. Toda la ciudad y detrás los Valles Calchaquíes con sus infinitas tonalidades.
Y al otro lado, los campos con los viñedos de las fincas más importantes de la zona. Omaguaca también se quedó maravillado.
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